Francia

Author - Elisa

Beynac et Cazenac, ciudad medieval

Abrigado y al pie de su castillo gigante que vela sobre el Dordoña, el pueblo de Beynac añade a la belleza de este sitio todos los placeres del agua y también de la excelente gastronomía.

Situado en la región de Aquitania en el departamento de Dordoña y a 10 km en el sudoeste de Sarlat el pueblo de Beynac-et-Cazenac les da la bienvenida a todos sus visitantes. Un lugar que sin lugar a dudas es merecedor de integrar la lista de los pueblos más hermosos de Francia.

Se encuentra a orillas del Dordoña y al pie de un gran precipicio de rocas, dominado por el inmenso castillo de Beynac, que fuera objeto de disputas entre franceses e ingleses durante la guerra de los cien Años. Un ambiente que demarca el fuerte estilo medieval con pequeñas calles empedradas que en cada lugar nos dan una vista del pasado de esta región.

Subir hasta la cima del pueblo puede parecer una barbaridad, sin embargo el esfuerzo vale la pena. Una estrecha calle empedrada nos llevará por empinadas rampas y a lo largo del camino encontraremos  miradores que nos permiten ver el hermoso valle por donde corre el Dordoña.

Ya llegando a lo alto del pueblo nos encontraremos con un envejecido arco fortificado y desde alli accederemos a la entrada del castillo. Ya e su interior podremos admirar los hermosos góticos que se encuentran en el oratorio y desde el torreón  disfrutar de vistas increíbles, como los castillos de Marqueyssac, Fayrac, Castelnaud, que se encuentran cerca de allí.

El Castillo Beynac et Cazenac es un magnífico conjunto arquitectónico que fue construido entre los siglos XIII y XVII, tan bonito por fuera como en su interior, realmente vale la pena visitarlo.

Ya en el pueblo de Beynac nos esperan  la iglesia de Santa María, la capilla de Cazenac y el Parque Arqueológico y disfrutar de la culinaria del lugar que es estupenda.

Foto: Fuente Villages de France

La Roque-Gageac, un pueblo con encanto

Francia se caracteriza por sus bellos pueblos, pintorescos y llenos de atractivos turísticos, culturales e históricos.

La Roque-Gageac es una bonita localidad francesa que se encuentra en la región de Aquitania, perteneciente al departamento de Dordoña, siendo su principal característica el hecho de encontrarse “colgado” al pie de un acantilado y a orillas del río Dordoña.

Antiguo y con algo de misterio, hace unos años ingresó en la lista de los llamados Plus Beaux Villages de France, transformándose en un sitio indiscutible de gran atracción turística. Encuadrado por bonitas casas solariegas y coronado de ruinas y acantilados este bello pueblo se refleja en las aguas del Dordoña.

De clima cálido permite que la naturaleza embellezca de flores y arbustos todos los sitios de este encantador pueblo. Así con este microclima se hace posible disfrutar de plantas mediterráneas y tropicales que crecen a lo largo de los callejones, pueden verse palmeras, bananos, bambúes y adelfas.

Este lugar ha estado habitado desde épocas remotas, en el medioevo contaba con unas 1500 personas y el río Dordoña proveía la vida de pescadores. De este período ha quedado una bonita iglesia, un poco más alejada y flanqueada por una gran torre redonda se encuentra la casa solariega de la familia Tarde, amiga de Galilea.

El río Dordoña representa un referente importante en lo que a trabajo para sus pobladores se refiere,  ya que el transporte por barco tiene un importante papel para el tráfico comercial de la población.

Un viaje navegando el Dordoña nos permitirá ver el castillo de la Malartrie, el de Marqueyssac, el de Lacoste y el de Castelnaud y hacer una visita a las ruinas del fuerte troglodita, disfrutando de un bello jardín natural.

También se puede hacer un largo paseo por sus tranquilas calles y recorrer los pintorescos rincones para disfrutar de algún platillo de la gastronomía típica de la región.

Un bello lugar para conocer y pasar un fin de semana diferente en un sitio encantador como salido de una postal.

Foto: Fuente Wikipedia

Versalles, visitando la ciudad y al Palacio

A sólo 19 kilómetros al sudoeste de París se encuentra la ciudad de Versalles, famosa por su palacio conocido mundialmente.

Tras el magnífico Palacio de Versalles hallaremos la historia de toda una ciudad íntimamente ligada a la propia historia de Luis XIV y de Francia.

Elegante y con mucho estilo Versalles es una ciudad de avenidas amplias como la Avenida de París, la de Sceaux y la de St. Clud que convergen en la Plaza de Armas la más importante de la ciudad. Muy cerca de allí podremos visitar también, la Gran Caballeriza, que data del siglo XVI y en cuyo interior,  convertido en museo, se encuentra una hermosa colección de carrozas antiguas.

El casco histórico de la ciudad se encuentra en el barrio de Saint Louis con antiguas calles del siglo XVIII conservadas hasta hoy y donde también están la Catedral de Saint Louis construida entre los años 1743 y 1754 de hermoso estilo neoclásico y el mercado Carrés Saint Louis.

Dentro de los lugares famosos está el barrio de Notre Dame con el Teatro Montansier y la Plaza de Hoche, diseñada por Luis XIV, que tiene como particularidad el ser de forma octogonal.

Toda Versalles nos muestra como era la época dorada de los reyes de Francia en el lujoso siglo XVIII, con su estilo distinguido y muy tradicional donde encontraremos el Pasaje de la Geole con tiendas de antigüedades y de arte que se entremezclan con típicos restaurantes franceses.

Lejos del centro de la ciudad se encuentra el Palacio de Versalles un lugar de gran importancia en la historia de Francia y un punto de visita obligado.

El Palacio se encuentra en el municipio de Versalles y es abierto al público todos los días con excepción de los lunes.

La visita es guiada, y nos hará conocer por todos los lugares del Palacio, mientras se relata la historia de su construcción y las diferentes etapas que ésta tuvo y que abarcó tres períodos,  el primero desde 1661 a 1668, el segundo de 1668 a 1678 y la última etapa que fue la de su ampliación desde 1678 a 1680, año en que se construyó la Capilla Real.

Dentro del Palacio podremos acceder a la galería de los espejos, que es el  lugar donde fue firmado el Tratado de Versalles que pondrían punto final a la Primera Guerra Mundial, también están las habitaciones del Rey y la Reina, la cámara de la Reina, que fue conservada tal como ella la dejó al abandonar Versalles en el año 1789.

Se realiza además, una visita a la Capilla donde se hacían diariamente las misas, la Ópera y  por último un paseo por los hermosos jardines del Palacio, perfectamente conservados y arreglados con árboles, plantas estanques y fuentes.

Todo en Versalles es encantador, vale la pena recorrela y disfrutarla en toda su magnitud ya que será un recuerdo imborrable de nuestra memoria.

Lyon, la antigua ciudad de la seda

Una de las ciudades de mayor importancia en Francia, siendo la tercera después de París y Marsella, situada en la región de Ródano Alpes, Lyón posee una posición geográfica de excelencia en lo que a comunicación de refiere.

En época del Imperio romano fue su capital y comenzando la Edad Media se transformó en una ciudad netamente comercial. Ya en el Renacimiento su riqueza y prosperidad económica se vieron ligadas al monopolio de la seda.

Lyón es también, la segunda ciudad estudiantil de Francia, con varias escuelas importantes y cuatro universidades de primer nivel.

Su patrimonio arquitectónico y cultural ha sido cuidadosamente conservado en el tiempo y refleja diferentes épocas de esta bella ciudad.

En su casco antiguo Lyón puede disfrutarse de todo aquello que fuera testigo de su crecimiento y por eso ha sido declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, donde variados monumentos pueden visitarse y conocer un poco más de una ciudad que siempre ha estado en desarrollo y crecimiento.

La zona histórica representa así el corazón de la ciudad, monumentos, centros culturales, restaurantes y diversidad de hoteles. Un área que sigue modernizándose a través del tiempo pero conservando todo aquello que la representa.

Lyón se ha desarrollado a través del tiempo y gracias a su geografía privilegiada ha podido extenderse hacia el este a lo largo del tiempo, resultando atrayente tanto desde el punto de vista social y cultural como también económico.

Los viejos barrios de Lyón cuentan con un encanto especial, distinguiéndose por sus calles estrechas y los denominados “traboule“, pasajes que permiten atravesar los edificios pasando de una calle a otra a través de los patios de los edificios.

Espacios naturales de gran belleza como la Colina de Fourvière, la Colina de la Croix-Rousse, además del río Ródano le dan el marco encantador que la hace diferente y única.

Lyón, una ciudad donde conviven armoniosamente el pasado y el presente llena de encanto y lugares maravillosos para conocer.

Durante el Imperio Romano era la capital de la Galia, lo cual es evidente dentro de las estructuras que aún se conservan, pero después del siglo XIX, se convirtió en un centro muy importante en lo que se refiere a lo comercial y hoy en día es considerada como uno de los centros financieros más importantes del mundo, la prosperidad de este lugar se debió en primer orden a la seda, pero después a la aparición de fábricas textiles, así como también químicas.

Declarada como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, Lyon es una ciudad maravillosa. Quizá la mejor manera de contemplar esa belleza es subiendo hasta la cima de la colina Fourvière donde se encuentra la Basílica de Notre Dame de Fourvière que fue levantada en el siglo XIX, desde donde tendremos una maravillosa vista de la ciudad.

Al descender la colina podremos visualizar los ríos Ródano y Saona ya que Lyon se encuentra situada en la confluencia de ambos. Así surgirán ante nosotros las ruinas de la antigua Lugdunum, un poblado de origen romano que data del año 43 a.C.

Siguiendo el recorrido hallaremos sus calles estrechas y al caminarlas podremos ver bellas mansiones de estilo florentino y la Catedral de San Jean con su mezcla de estilos románico y gótico.

Entre pasadizos,  que en otra época unían las casas,  llegaremos a los sitios donde se instalaron a mediados del siglo XV los primeros talleres que fabricaban seda, una de las industrias más importante que tuvo Lyon dentro de su pasado de esplendor.

También posee una amplia e intensa vida cultural, muestra de ello son sus más de treinta museos que brindan colecciones de forma permanente, y entre ellos uno de los más importantes el Musée Historique des Tissus, un palacio del siglo XVIII, que alberga en su interior lo que podría llamarse el monumento a la seda, donde descubriremos parte de la historia y esencia de Lyon.

Esta bella ciudad también cuenta con diversos parques que nos invitan a dar largos paseos como el de la Tête d’Or con aproximadamente 105 hectáreas cuyo diseño incluye un lago que fue creado a partir de un brazo del río Ródano, además de un jardín botánico y un zoológico.

El Hotel de Ville y la inmensa Place de Bellecour y la Opera de Lyon son también sitios imperdibles de ver y admirar.

La culinaria lionesa es un capítulo aparte, con deliciosos platillos que deben su éxito a la maestría de sus cocineros y a la excelente calidad de los productos de la zona. Pequeños restaurantes nos brindan sus especialidades a base embutidos y acompañados de los mejores vinos.

Belleza, naturaleza, cultura, historia y modernidad se funden en un marco elegante como la misma seda que en otros tiempos fue el centro de atracción de Lyon.

Dordoña, la belleza de otros tiempos

La bella región de Aquitania se divide en varios departamentos, muy cerca de Burdeos uno de ellos es Dordoña, que fascina a sus visitantes con sus maravillosos paisajes naturales, sus castillos y pueblos donde parece que el tiempo no ha transcurrido. Un viaje ideal para disfrutar de unas vacaciones diferentes recorriendo esos bellos lugares.

Aquí podremos hacer un viaje al pasado visitando sus ciudades con aires medievales, calles empedradas, grutas y castillos, ríos y bosques nos hablarán de una historia y un pasado que aún sigue latente.

Una gran belleza natural de paisajes con diferentes tonalidades de verde nos sorprenderá gratamente en el Valle del Vézère que se mantiene intacto hasta nuestros días.

El valle se compone del Perigord Negro, Perigord Blanco, Perigord Púrpura y Perigord Verde, cada una de estas zonas cuenta con bellezas para ser conocidas y admiradas, desde poblaciones, paisajes, iglesias, castillos y monumentos. Un circuito ideal para realizar y vivir de cerca todas estas bellezas.

La culinaria de la zona es excelente, típica comida francesa con una estrella que se destaca y es sin lugar a dudas el foie que siempre irá acompañado de un bueno vino de la zona.

Los museos también son un punto interesante con bellas colecciones galo-romanas, esculturas y antiguas porcelanas.

Curiosos mercados llamarán nuestra atención como el pintoresco mercado de los “granjeros”, donde puede comprarse desde plantas hasta conejos vivos.

Y dentro de los monumentos religiosos encontraremos la hermosa Catedral con sus cúpulas Bizantinas, la iglesia de San Etienne de la Citè y la maison des dames de la Foy, todos pertenecientes a la Edad Media.

Belleza sin igual, historia y cultura en todos los rincones, excelente gastronomía y un vino insuperable, todos los ingredientes para un viaje que jamás olvidaremos.

Lugares a visitar

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