Originada en las ideas liberales de la famosa Revolución Francesa tanto sus colores como diseño tuvieron como ejecutor al marqués de Lafayette, quien además propició lo necesario para que fuese adoptada como la insignia patria.
Formada originalmente por tres colores verticales rojo en la parte superior, blanco en el centro y azul en el extremo inferior, el orden de los colores tuvo una variación durante el mandato de la Primera República quedando el tono azul en la parte superior de acuerdo a lo aconsejado por el famoso pintor Jacques-Louis David, amigo personal de Robespierre.
Al ser derrotado Napoleón y asumiendo el trono de Francia los borbones, la bandera fue reemplazada por la que era tradicional de la monarquía, blanca y con una flor de lis, algo que permaneció así hasta 1830 cuando volvió a imponerse la bandera azul, blanca y roja que es la actualmente utilizada.
Ya en el Segundo Imperio Francés que tuvo lugar entre 1852 y 1870 con Napoleón III gobernando, se siguió utilizando la bandera de tres colores, pero luego de la caída del Imperio, el Conde de Chambord, Enrique V tuvo la posibilidad de acceder al trono francés y de instalar nuevamente la dinastía borbónica. Sin embargo una de las causas de su negativa a acceder la corona fue el no querer aceptar la bandera de tres colores y desear reestablecer la de la monarquía.
Por fin, el reconocimiento oficial de la bandera francesa de tres bandas verticales vendría a través de las constituciones de 1946 y 1958, estando presente con sus colores que simbolizan la libertad, igualdad y fraternidad los tres principales ideales que movieron la Revolución.