Pasear por París puede ser una aventura encantadora, conociendo sus calles, monumentos históricos y religiosos, parques y museos, una forma de conocer y entender la idiosincrasia de un pueblo con mucho charme.
Si hay algo que en París puede encontrarse son museos, los hay de todo tipo y para todos los gustos. Así hallamos en el parque de Marly, el famoso Museo-Paseo con una propuesta diferente la de descubrir el pasado a través de colecciones de arte, ciencias, técnica y arqueología.
Entre las invenciones más fantásticas, funcionaba aquí la máquina de Marly la primera de una serie de construcciones diseñadas para llevar agua desde el Sena hasta Versalles y así poder alimentar la gran cantidad de estanques y fuentes que se encuentran en el parque que rodea el Palacio.
Para lograr este objetivo debía elevarse el agua a unos 160 metros sobre el nivel del Sena, lo que se pensaba lograr por medio de varias subidas sucesivas hasta llegar al depósito llamado Marly, que posee una altura que supera a Versalles en 33 metros. Además, de este complicado diseño, aún había que atravesar dos montículos que se encontraban situados en la ribera del río y que medían en media un metro.
Toda esta gran instalación fue diseñada por el Liégeois Rennequin Sualem, y estaba formada por catorce ruedas hidráulicas de un diámetro de 12 metros , instaladas en el Sena.
Las ruedas tenían como trabajo accionar 221 bombas que cumplían la función de aspirar por un lado y expulsar el agua de una forma equilibrad para poder equiparar la energía de las 14 ruedas.
Esta obra monumental comenzó a realizarse en 1681 y terminaron en 1684 y esta gran maquinaria de avanzada para la época fue inaugurada por Luis XIV.
Port Marly también se hizo conocido porque aquí Alejandro Dumas mandó construir un castillo al que llamó Monte Cristo, con fastuoso lujo decoró y amuebló la mansión y vivía allí con gran lujo una vida de pleno derroche, manteniendo además a todos sus hijos, las madres de ésto y también a varias amantes.