Francia

Archive - septiembre 2010

Eure, estilo medieval

En la zona de Alta Normandía se encuentra el departamento de Eure, un lugar tradicional de Francia pero que turísticamente no posee mucho flujo de visitantes. Un sitio ideal para quienes aman la tranquilidad.

Sin embargo, existen allí una diversidad de lugares para visitar, entre ellos la Abadía de Bec-Hellouin, siendo el lugar más pintoresco que existe en el Valle de Risle, sus campanas suenan dando la bienvenida a cada nuevo día, siendo una tradición que sigue el antiguo pueblo que se encuentra en torno a este edificio religioso. En su interior los monjes realizan su rutina diaria de meditación y labores.

Edificada en el siglo XI, fue posteriormente reconstruida entre los siglos XVII y XVIII toda en estilo francés clásico, con excepción de la torre de San Nicolás que pertenece al siglo XV.

El Castillo d’Harcourt, es otro de los lugares más visitados, se trata de un magnífico edificio construido en el siglo X, pero el que hoy se encuentra en el lugar fue levantado en el siglo XII en el mismo sitio del original. Se lo considera uno de los castillos mejor conservado de toda Normandía, rodeado de once hectáreas de parque donde se encuentran más de 400 especies de árboles pertenecientes a todos los lugares del mundo

El encanto natural de esta zona es otra de sus principales características, un hermoso marco campestre a lo largo del Sena que transcurre a través del bello bosque de Lyons, antiguo sitio de caza de los Duques de Normandía.

Su pueblo conserva el aire medieval de antaño recordando la Francia de esa época y en él se encuentran  restaurantes distinguidos que invitan a sus visitantes a disfrutar de las delicias de la típica gastronomía francesa.

El Castillo de d’Harcourt se encuentra abierto al público varios días a la semana y pagando una pequeña entrada se tiene acceso a su interior y a su hermoso parque arbolado.

Sin lugar a dudas hacer una visita a Eure será un paseo diferente conociendo otras de las bellezas que Francia ofrece.

Foto: fuente Isoper

Boulogne Billancourt, el museo de los años 30

París no deja de sorprender a sus visitantes, ya sea con sus históricos monumentos, tanto civiles como religiosos, su noche encantadora,  parques,  paseos y también con una diversidad de museos.

Hoy visitaremos el Musée des Annés Trente (el Museo de los años treinta) un sitio especializado en todo tipo de objetos tanto artísticos como industriales pertenecientes a la década del 30.

El museo se encuentra el el barrio Boulogne-Billancourt un suburbio al oeste de París.

Los años 30, que son recordados en las muestras de este museo, fueron para este barrio una época brillante en el ámbito industrial y también en el cultural.

Hasta allí llegaban infinidad de artistas, arquitectos, pintores, cineastas y escultores que eran atraídos en primer término por los bajos precios de las tierras y en segundo lugar por los talleres de arte muy accesibles, que siguen siendo hoy un punto de atracción para nuevos artistas.

Aquí pueden hallarse obras de diseñadores como Jacques Emile Ruhlmann y Jules Leleu y de arquitectos como Le Corbusier, André Lucart y Auguste Perret entre otros.

Este museo cuenta con tres mil metros cuadrados de espacio para exposiciones donde se presentan más de ochocientas pintura, quinientas esculturas y cerca de veinte mil dibujos.

También, existen en la muestra muebles, carteles, cerámicas y documentos originales de la época de los años 30.

Es un recorrido que se encuentra dentro de un paseo peatonal donde puede ver tanto arquitectura exterior de arquitectos como Mallet Stevens y Le Corbusier como de famosos personajes que han habitado el lugar como es el caso de André Malraux.

Un lugar excelente para descubrir el arte, los diseños y la arquitectura de esa época,  ideal para los amantes del llamado turismo cultural, un museo que debe estar sin lugar a dudas dentro del recorrido de la bella París.

Foto: Fuente Annies Music

Marly-le-roi, París

Pasear por París puede ser una aventura encantadora, conociendo sus calles, monumentos históricos y religiosos, parques y museos, una forma de conocer y entender la idiosincrasia de un pueblo con mucho charme.

Si hay algo que en París puede encontrarse son museos, los hay de todo tipo y para todos los gustos. Así hallamos en el parque de Marly, el famoso Museo-Paseo con una propuesta diferente la de descubrir el pasado a través de colecciones de arte, ciencias, técnica y arqueología.

Entre las invenciones más fantásticas, funcionaba aquí la máquina de Marly la primera de una serie de construcciones diseñadas para llevar agua desde el Sena hasta Versalles y así poder alimentar la gran cantidad de estanques y fuentes que se encuentran en el parque que rodea el Palacio.

Para lograr este objetivo debía elevarse el agua a unos 160 metros sobre el nivel del Sena, lo que se pensaba lograr por medio de varias subidas sucesivas hasta llegar al depósito llamado Marly, que posee una altura que supera a Versalles en 33 metros. Además, de este complicado diseño, aún había que atravesar dos montículos que se encontraban situados en la ribera del río y que medían en media un metro.

Toda esta gran instalación fue diseñada por el Liégeois Rennequin Sualem, y estaba formada por catorce ruedas hidráulicas de un diámetro de 12 metros , instaladas en el Sena.

Las ruedas tenían como trabajo accionar 221 bombas que cumplían la función de aspirar por un lado y expulsar el agua de una forma equilibrad para poder equiparar la energía de las 14 ruedas.

Esta obra monumental comenzó a realizarse en 1681 y terminaron en 1684 y esta gran maquinaria de avanzada para la época fue inaugurada por Luis XIV.

Port Marly también se hizo conocido porque aquí Alejandro Dumas mandó construir un castillo al que llamó Monte Cristo, con fastuoso lujo decoró y amuebló la mansión y vivía allí con gran lujo una vida de pleno derroche, manteniendo además a todos sus hijos, las madres de ésto y también a varias amantes.

El Castillo de Ferrières

El castillo de Ferrières, localizado en la ciudad de Ferrières en Brie a unos 30 kilómetros al este de París. Fue construido por Joshep Paxton por encargo de Jame de Rothschild. Su edificación tuvo comienzos en 1853 y fue terminado en 1861, siendo sin lugar a dudas una de las obras de mayor significado del Segundo Imperio.

Rodeado por un bello parque hoy alberga un museo en el segundo piso llamado “El museo de lo Imaginario”, consta de siete salas de las cuales seis son dedicadas a la pintura y una a la escultura. Además cada sala está dedicada a un artista en particular.

Los artistas que trabajan para estas salas del museo lo hacen al estilo de los antiguos maestros de arte y realizan una producción de tipo confidencial que consta de hasta quince obras por año.

Todo el trabajo realizado aquí es comprado luego tanto por coleccionistas como por mecenas, todo esto implica un interés particular por este museo cuyo fin es dar a conocer esta manera de arte a la que denominan “Realismo Fantástico”. El hecho de atribuirle a cada artista una sala fue con la idea de que expongan sus obras durante un tiempo allí antes de incorporarlas al sistema comercial tanto en salones como en galerías de arte.

La ventaja de un estilo de exposición hecho de esta maner, es la de otorgarle al museo una evolución constante que permite visitas sucesivas sin repetir las mismas obras. Siendo este sitio una vidriera del Arte Fantástico dirigido por un tipo de asociación que no persigue ningún fin de lucro ya que no se permiten las transacciones comerciales dentro del recinto del castillo

Todo el funcionamiento del museo puede realizarse gracias a la participación del Rectorado de las Universidades de París y de la Fundación Marie-Hélène y Guy de Rothschild.

Un museo que realmente vale la pena visitar sobre todo es especial para los amantes de las obras de arte.

Foto: Fuente All Free Photos

mente vale la pena visitar, sobre todo es especial para los amantes de la pintura y escultura.

Normandía, Abadías de la Lucerne y de Lonlay

En Francia es posible visitar infinidad de edificios tanto históricos como religiosos, la mayoría de ellos de gran importancia a nivel cultural. La región de Normandía es  conocida y famosa por la gran cantidad de abadías que pueden encontrarse en su territorio, siendo todas ellas objeto de visita por parte de los turistas.

Así, la Abadía de La Lucerne se encuentra situada justo en el corazón de bello entorno natural del departamento de Manche. De puro estilo romanesco este edificio fue construido en el siglo XII y se encuentra en el Valle del Thar con un paisaje verde al su alrededor que le otorga un aire encantador.

Su nombre completo es la Abbaye Sainte Trinité de La Lucerne y de su larga historia pueden verse huellas dejadas en sus muros.

Construida siguiendo la sobriedad muy particular del estilo cisterciense, llama la atención su torre de estilo anglo-normando, además de ser la primera abadía norbertina de Normandía. La Guerra de los cien Años estuvo a punto de acabar con ella y tras los ataque sufridos fue reconstruida en el siglo XV.

Posteriormente y durante la Revolución Francesa se la convirtió en un molino de algodón y funcionó como tal durante muchos años hasta que se decidió demolerla, con el sólo objeto de darle algún uso a las piedras que forman sus muros.

Afortunadamente en el año 1959 se comenzó su reconstrucción creándose la fundación que lleva su nombre como un intento de devolverle a la población del lugar una antigua joya de inestimable valor histórico y arquitectónico, Hoy puede ser visitada por todos aquellos que desean conocer un poco más de la historia de esta región de Francia.

También, la Abadía de Lonlay es un claro ejemplo del tipo de construcción de la época en que fue fundada (año 1017) por Guillaume Talvas de Bellême, Señor de Domfort.

Se trata de un tipo de construcción de belleza muy particular. Durante muchos años fue un monasterio benedictino de la orden Fleury-sur-Loire, pero luego tuvo una historia de desgracias con varios incendios y saqueos, y durante la época de la Revolución Francesa sólo tres monjas la habitaron.

En la actualidad, se conserva sólo una parte de ella rodeada de un hermoso paisaje de bosques  junto al río Egrenne, allí puede apreciarse lo que ha quedado de ella, el coro y el crucero de la iglesia ya que tanto los claustros como la nave no han sobrevivido hasta nuestros días.

Han quedado sus macizos muros de granito y en su interior estatuas talladas, sus columnas románicas y algo que tuvo origen en la Abadía que fue la preparación  de galletitas de Lonlay, cuya fábrica puede visitarse en la actualidad.

Foto: Fuente Web Tournaire

Copyright © 2015 - Francia.net - Guía turística de Francia.
eSedo.com - Compra, venta y registro de dominios y proyectos webinfos proyecto: francia.netestadísticas para proyecto: francia.netetracker® web controlling en lugar de analisis de archivos log